¿Con qué tipo de personajes podremos encontrarnos? Aquí van algunos ejemplos:
El meticuloso: Su obsesión es el orden extremo (ordena al milímetro los cubiertos, sirve el vino milimétricamente hasta la mitad de la copa, adereza el centro de mesa, le arregla la corbata a uno de los clientes pidiéndole permiso para ello, le quita una pelusa de la chaqueta…
El escrupuloso: No se fía de lo que están comiendo y bebiendo, mira con recelo la comida, mira al trasluz el vino y el agua en repetidas ocasiones y de manera obsesiva, pide a otro camarero que pruebe la comida no vaya a ser que esté en malas condiciones…
El cantante: No para de canturrear en voz baja todo el tiempo y en momentos incluso se arranca a dar unos pasos de baile.
El novato: ¡Peligro! Aquí viene el novato. Se ve a la legua que es la primera vez que trabaja de camarero. Le tiembla el pulso, tartamudea, se equivoca y en varias ocasiones parece incluso que puede tirar una copa (Lógicamente sin peligro para los comensales).
El seductor: Podemos tener dos versiones (Gigoló o amanerado) se dedicará a coquetear (Guiños, besos al aire, miradas indiscretas, notas secretas de amor para los comensales…) con las señoras o caballeros de la mesa, de una manera muy discreta y educada pero lo suficiente para provocar las risas y cuchicheos (“¿has visto como me ha mirado…?”, “juraría que me ha guiñado el ojo…”) entre los comensales.
El desastre desenfadado (el anti-camarero): Éste no sabe ni a que viene, se toma todas las libertades del mundo, se toma una copa, pregunta constantemente que tal la fiesta, se mete en las conversaciones, es un cotilla, se auto invita a sentarse a la mesa…. En definitiva, el anti-camarero.